miércoles, 7 de diciembre de 2016

Menos mal que nos dimos la vuelta

Al hilo de lo que comenta Álvaro en el anterior post, he analizado el track en el Google-earth que ahora mismo tiene fotografías de Santander en marea baja.
 También le he preguntado a un compañero de trabajo que estuvo remando en los bateles del club de remo de la Maruca.
Nos dimos la vuelta en el  lugar preciso pues la marea estaba baja, pero todavía no asomaban las rocas que se ven en la foto en medio de la bocana (debajo del nombre de "Los Cañones") y en la foto ya asoman porque se distingue que están más secas. 
Parece ser que hay que dejarlas por babor, pero es que además luego hay que acertar a pasar por el centro de las dos lastras que descienden (donde pone "Ria de San Pedro del Mar") y que son el acceso a una pequeña poza de arena que se podría considerar ya dentro de las Maruca y con más profundidad. Más adentro se ven los botes amarrados. 
Pues eso, que lo pruebe otro que a mi me da la risa, yo la seguiré yendo a ver en coche o corriendo por la senda costera. 

martes, 6 de diciembre de 2016

La Maruca

Distancia: 16,2 millas
Tiempo:    5h 32 min
Avs: 2,9 knts
Máx: 5,5 knts

Hoy es el día de la Constitución, festivo en toda España. En Santander está haciendo un tiempo muy bueno estos días, mientras en el resto de la península no para de llover. Le había dicho a Chete que si le apetecía dar una vuelta este día y se apuntó encantado.

Como ya desde hace días sabía que hoy no iba a hacer mucho viento, me había comprado en Godofredo una cacea muy "pro" que me preparó en la tienda, con plomos, quitavueltas, etc. Para los que no sabemos de pesca, una máquina...

No había una gota de viento, el que había era de Sur y estaba previsto que a las 13:00 rolase al este, nordeste, fuerza 2-3. 

Preparando la cacea.

El Palacio de la Magdalena

Salimos de Santander a motor y mientras salíamos de la bahía, sacamos las velas, pues ya las tengo guardadas, aparejamos el barco y las izamos. Por el abra del Sardinero, intentamos ir un rato a vela, a orejas de burro, al principio anduvimos un poco pero poco a poco nos quedamos sin viento así que arrancamos de nuevo el motor y como había muy poca ola decidimos intentar entrar en la Maruca, que lo tengo yo pendiente de hace tiempo.

La Maruca es una ensenada muy pequeña y con muy poco calado en la costa norte de Santander, está protegida por una pequeña península coronada por la Batería de San Pedro del Mar, una antigua batería costera, datada en 1660, ahora destinada a centro de interpretación del litoral. En la barra de la ensenada, la ola rompe mucho y es muy difícil entrar. En el interior, casi en la ría, antes de un antiguo molino de mareas se amarran unos quince botes y motoras pequeñas que en las bajamares fuertes se quedan en seco. En los dos lados del istmo de la península hay dos pequeñas playas de guijarros. Para entrar en la Maruca desde el mar, hace falta un bote muy pequeño, ser muy local y saberse bien las olas y las rocas.  

Nuestro "aproach" a la Maruca.

Según nos íbamos acercando, fuimos reduciendo la velocidad, pues el agua estaba muy limpia y veíamos claramente el fondo de arena, con lastras planas de roca de vez en cuando, hasta que llegó un momento que nos parecía que el fondo estaba demasiado cerca. 

La batimetría marcaba un mínimo de 2,3m pero no hay que fiarse demasiado, pues no es el topográfico de una parcela. Además quedaba todavía hora y media para la bajamar y tampoco era cuestión de quedarnos encallados en esa ratonera o peor, quedarnos encima de alguna roca; así que nos dimos la vuelta. Mejor verla en coche.

El fondo se ve claramente y parece demasiado cerca.
Enseguida salió el nordeste y volvimos ciñendo, de dos bordos, mientras nos preparamos un bocadillo, virada, y un cafelito, pues andábamos unos cinco nudos y pese a la buena temperatura, con el viento de proa hacía frío. Por lo menos estábamos navegando a vela, que casi ya no lo esperábamos.

Cabo Mayor, el Sardinero y la Magdalena.


Un café calentito para el timonel.
Sin más novedad, llegamos a Puertochico, eso sí, ni siquiera un amago de que mordiese algún pez, pese a la super-cacea. Le daremos otra oportunidad.
Ya en el pantalán, doblamos las velas y las metimos dentro de nuevo. El barco sigue en modo invierno.