domingo, 19 de marzo de 2017

Maniobras en la oscuridad

Este domingo, estábamos aburridos en casa y me bajé un rato con Ignacio a poner el motor en marcha un rato, estaba anocheciendo y estaba la mar como un plato, sin una gota de viento.

Salimos con las luces de navegación puestas, de paso para comprobar la carga de las pilas, simplemente a dar una vuelta, pero se me ocurrió que era un buen día para entrenar la maniobra de hombre al agua por primera vez. 
Cuando estábamos sobre el páramo, pues estaba la marea alta, amarré la caña y me fui a la proa con Ignacio, cogí una boya que tengo en el pozo de fondeo y le dije a Ignacio: 

- ¿Ves esta boya?
- Imagínate que soy yo, que me caigo al agua... 

Acto seguido, tiré la boya al agua mientras el barco seguía su rumbo hacia Peñacabarga. Ignacio me miró ojiplático. Al principio no entendía nada. Se lo volví a repetir y le dije que sobre todo, no corriese por la cubierta y que no perdiese de vista la boya. Se fue a la caña, la desató y le fui dando instrucciones. El pobre, cada vez que se agachaba en la bañera a manejar el motor, no veía nada más y perdía el rumbo. Al final conseguimos rescatar a la boya con el bichero, bastante rápido, teniendo en cuenta que nunca había manejado el motor.


Ya estamos a punto de recoger al caído.
Lo repetimos dos veces más, y también arrojando la boya de luz, por si el que se cae al agua se cae de noche. Cada vez lo hizo mejor y controlaba mejor el motor, (al principio, por ejemplo, no sabía poner el punto muerto y paraba el motor, pero luego no lo podía volver a arrancar).

La cabeza del hombre al agua, con la baliza de luz. Todavía no hemos dado la vuelta.
Otro día tenemos que entrenarlo arrojando al agua el flotador de herradura y la rabiza, también para comprobar la vieja polémica de si es mejor atar la rabiza al barco o dejarla suelta. 
En teoría, si la rabiza está amarrada al barco, debe ser lo suficientemente larga y se debería desadujar sin trabarse, con la resistencia del flotador en el agua pero se crean dos obligaciones: 
- El barco debería dar la vuelta antes de que el cabo empiece a tirar del flotador y alejarlo del hombre en el agua. 
- El hombre al agua debería poder agarrar el flotador a tiempo y no perder el contacto con el barco.
Si no se cumplen estas dos condiciones, lo único que conseguiremos es dejar al caído sin flotador y sin contacto con el barco, para eso es mejor arrojar el flotador sin rabiza.
Regreso a Puertochico con el rescatado secándose en la cubierta.